Roger Waters - The Wall Live (Madrid, 20110326)

hora: 13:53

Pirotecnia, marionetas gigantes e incluso aviones explotando sobre nuestras cabezas. Todo eso y más se pudo ver los pasados viernes y sábado en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, donde tras más de 30 años de espera Roger Waters nos traía en directo su obra más notable: The Wall --El Muro--, lanzado por Pink Floyd a finales de los años 70.


Tras una interminable espera --todo el mundo quería coger buen sitio-- comenzaban a sonar las primeras notas de In The Flesh? y Waters se enfundaba el uniforme de Hammer para brindarnos un concierto que tuvo de todo. Sobre el muro pero también en la pantalla central del escenario antes de que este se construyera, se proyectaban no sólo fragmentos de la película de Alan Parker sino también emotivas imágenes que nos mostraban las injusticias y pérdidas causadas por la guerra. Recopiladas durante los últimos meses por la campana Fallen Loved Ones en el sitio web Waters, se nos muestran fotografías de personas muertas en diferentes guerras que han ido mandando sus familiares y personas queridas. El primer nombre en aparecer no es otro que el del propio padre de Waters, Eric F. Waters. Y es que esta obra, The Wall, es una opera rock con toques autobiográficos sobre un rockero, Pink, que poco a poco va construyendo un muro a su alrededor para protegerse de su dura infancia hasta que finalmente se ve atrapado entre los ladrillos, y sumido en la locura, es incapaz de encontrar una salida.

Un tercer Waters hacía su aparición en el espectáculo con la llegada de Mother, tema con el que el Roger del siglo XXI y de pelo blanco competía con el del siglo XX en una proyección en blanco y negro en la que, como ahora, aparecía tocando la guitarra acústica. Al llegar a la línea Mother, should I trust the goverment? las partes ya construidas del muro mostraban el mensaje No fucking way y su traducción, No me jodas --he de confesar que yo habría traducido "Ni de puta coña", debido a ambiguedad de la frase anterior.


Con todos los músicos tras el muro y ya todos los agujeros tapados salvo uno, Waters se despide del mundo con Goodbye Cruel World y al poner el último ladrillo llega la intermission. Tras el descanso, de una media hora, continúan las espectaculares proyecciones en 3D y los mensajes antibelicistas. Las primeras llegan al climax con Comfortably Numb en un espectáculo de colores que difícilmente podéis apreciar en la imagen, y los segundos con Run Like Hell, donde se recalca el mundo orweliano en el que vivimos, constantemente observados por el Gran Hermano y donde uno de los mayores iconos de nuestra sociedad es el iPod, símbolo indiscutible del capitalísmo y consumísmo. Las proyecciones muestran imágenes de Bush, Hitler y otros cerdos a la par que se muestran las palabras iLead, iBelieve o iTrust.


En cuanto a lo musical --al fin y al cabo, de eso se trata--, sencillamente decir que The Wall Live es la versión extendida del doble LP que editaron en 1979. Extendida no sólo porque además de la música se aporta otra mitad totalmente visual, sino porque se pudieron escuchar dos temas éxtra, cuyos nombres e información descubro gracias a Wikipedia. Primero What Shall We Do Now?, un tema que ya pudimos disfrutar en la película de Alan Parker continuando Empty Spaces y en la que nuestro protagonista, sumido casi completamente en la locura, se nos pregunta cómo continuar con su vida. ¿Tal vez comprando una nueva guitarra? ¿Un nuevo coche? ¿Encargar flores? ¿Trabajar día y noche?

En la segunda parte, ya casi al final, tenemos The Last Few Bricks, un puente entre la tercera parte de Another Brick In The Wall y Goodbye Cruel World, compuesta específicamente para el show y ya usada en los conciertos de los años 80, utilizada para dar tiempo a que los tramoyistas terminen de poner los últimos ladrillos de El Muro.

El sonido de El Palacio de los Deportes fue en todo momento óptimo, otorgándonos un concierto que superó al disco de estudio no sólo por la interpretación de Waters sino por la de toda su banda, con mención especial al vocalista que hacía las partes de Gilmour, cuya voz era bastante similar, y a los guitarristas que incluso clavaron los tres solos de Comfortably Numb, poniendo uno de los broches finales de una noche en la que el protagonista era El Muro, que se derribó tras la decisión del juez en The Trial, llamando a todos los asistentes a ovacionar a Roger.


Después de un espectáculo de tales dimensiones tengo dos sensaciones enfrentadas. Por una parte estoy feliz de no haberme perdido el evento musical del año, y por la otra estoy triste por saber que seguramente nunca vuelva a asistir a un concierto así y desde luego no a una representación tan espectacular de uno de los mejores discos de la historia, de la mano de su artífice, Roger Waters.

Ambas cosas me hacen plantearme seriamente el tratar de adquirir entradas para uno de los más de 40 conciertos que aún le quedan a la gira, de los cuales casi todos están completamente sold out, incluidos los 6 conciertos de Londres en el O2 que serán filmados para un lanzamiento que sin duda habrá que comprar.

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